miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Sabemos cuando estamos tomando el camino correcto?

¿Sabemos cuando estamos tomando el camino correcto?
Si hay algo que preocupa a casi todos los seres humanos es saber si tomar una decisión u otra, si optar por un camino u otro. Y la vida esta llena de estas posibles situaciones.
Siempre me ayuda pensar  que cuando estamos en el camino correcto las cosas fluyen como agua de río, sin impedimentos ni trabas.
Generalmente cuando tomamos una mala decisión todos son problemas, contradicciones y conflictos. Y es difícil encontrar el camino, porque simplemente no sabemos si lo hemos hecho bien hasta que entramos dentro de él. Es problable que aquella decisión que nos cuesta más tomar sea la más acertada, aquella respuesta que nos cuesta dar sea la más conveniente. Es posible que el camino más apropiado para cada uno de nosotros sea aquel que nos parece más descabellado. Y a veces simplemente se trata de saltar al vacío porque no sabemos hacia donde vamos. Pero, hay una voz interior, un instinto primitivo en nosotros que nos da algunas pistas, un eco interior que nos susurra repetidas veces "haz esto, toma este camino..." y nosotros nos negamos porque la razón nos dice todo lo contrario.
Nadie más cercana a nosotros y más sincera que nuestra propia voz interior. ¿Por qué nuestra voz interior querría traicionarnos? ¿No sería mejor pensar que lo más cercano a nuestra felicidad es aquello que parte del deseo de nuestro propio interior?

lunes, 12 de noviembre de 2012

¿Vivimos de expectativas?

¿Vivimos de expectativas? Antes de que algo suceda nos dedicamos a pensar en ello, nos hacemos una pequeña película mental de cómo nos gustaría que sucedíera todo. Creamos un escenario acorde con nuestros gustos, en definitva, con aquello que apetece a nuestro ego. Adornamos la circunstancia a nuestro antojo y podemos experimentar una especie de euforia idílica porque lo que imaginamos es tal cual esperamos que suceda.
Realmente, el resultado es todo lo contrario, cuando estamos dentro de la situación esperada, sucede todo lo contrario y las cosas se dan practicamente a la inversa de como lo habíamos esperado.
¿Qué solución podría tener esto?
Vivir el momento sin esperar nada de él, vivir a pleno el día a día, el minuto a minuto, dejando de lado las elucubraciones mentales, podrían evitarnos el mal trago de aquello por lo que no quisieramos pasar.
Como si el vivir el momento fuera como el disfrute que experimenta el sediento frente a un sorbo de agua. Sorbiendo la vida al máximo, apreciando cada milímetro de agua que corre por su garganta, agradeciendo el tener esa agua que le permite saciar su sed, sintiéndose el ser más afortunado por tener algo con que calmar su sed.
Esa sensación podría equipararse a vivir el ahora. Y las expectativas no hacen más que obstaculizar todo este proceso maravilloso.